Editions de la Lumière, París, 1992
Siempre
he sabido que algún día volvería a estas calles para contar la historia
del hombre que perdió el alma y el nombre entre las sombras de aquella
Barcelona sumergida en el turbio sueño de un tiempo de cenizas y
silencio. Son páginas escritas con fuego al amparo de la ciudad de los
malditos, palabras grabadas en la memoria de aquel que regresó de entre
los muertos con una promesa clavada en el corazón y el precio de una
maldición. El telón se alza, el público se silencia y, antes de que la
sobra que habita sobre su destino descienda de la tramoya, un reparto de
espíritus blancos entra en escena con una comedia en los labios y esa
bendita inocencia de quien, creyendo que el tercer acto es el último,
nos viene a narrar un cuento de Navidad sin saber que, al pasar la
última página, la tinta de su aliento lo arrastrará lenta e
inexorablemente al corazón de las tinieblas.
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