"Respetando a los animales, respetamos también la Naturaleza y estaremos mucho más cerca de respetar la vida de nuestros semejantes. Ello es una necesidad y un deber cívico que hemos de cumplir ya no solamente por cuestiones humanitarias, sino por la dignidad que nos debemos a nosotros mismos.
La relación entre la violencia humana y el abuso de los animales viene siendo estudiada desde hace tiempo por investigadores y sociólogos contemporáneos de diferentes países progresistas, quienes coinciden y afirman que la crueldad infantil/juvenil con los animales puede ser el signo precursor de la violencia antisocial del futuro adulto.[...]
La experiencia nos enseña que quienes no son capaces de valorar el sufrimiento que se inflige a los animales, tampoco son verdaderamente solidarios con sus semejantes, porque la solidaridad y la compasión no son valores que puedan limitarse a una especie en particular, sino sentimientos universales que nos definen como seres humanos puros y dignos de verdad.
Si la evolución moral, cultural y de convivencia social de un pueblo o nación se caracterizan por el modo de tratar a los animales, aún estamos lejos de alcanzar un modelo de civilización basado en la justicia; para lograrlo se debe condenar, ética y jurídicamente, la injusta e innecesaria explotación, tanto por lucro como por diversión, de otros seres considerados inferiores, cuando tan sólo son "diferentes".
Para ser seres humanos completos debemos respetar todas las formas de vida sin excepciones, estén o no protegidas del peligro de extinción, e independientemente de la especie, la raza o el sexo: esa es nuestra auténtica gran responsabilidad."
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